miércoles, 1 de abril de 2009

Homenaje a Raul Alfonsin.


Raúl Ricardo Alfonsín Un símbolo de honestidad, coherencia, conciliación, democracia y libertad.
Como consecuencia de una larga enfermedad a los 82 años muere en Buenos Aires el más destacado líder político argentino de los últimos tiempos. .

Durante su gobierno comenzó a recuperarse lo más preciado que tienen el individuo, como atributo personal, y el Estado democrático como atributo político: las libertades públicas. Un gobierno en el cual, con innumerables dificultades, se restauraron los derechos civiles y políticos y la posibilidad de reclamar por ellos ante el Estado. Un gobierno en el que se volvió a la práctica política y la actividad partidaria como vehículo motor de la participación ciudadana en lo que, después de más de 7 años de horror y muerte, volvió a ser una República.

Alfonsín supo lo que era la República: lo aprendió de Balbín, de Illia, de Perette, de Marini. Y porque supo lo que era, luchó siempre y más que nunca por ella, y durante los años del horror, aquellos en los que el Estado secuestraba, mataba y torturaba, y era común que las bombas dirimieran las disputas de ideas, fue una de las voces principales en defensa de la libertad, la democracia y los derechos humanos. No le tuvo miedo a decir lo que la dictadura no quería que se dijera, pero así fue que encarnó como nadie la voluntad inmensa de cambio que invadió a la sociedad argentina hacia fines de 1983

Con la convicción de que con la Democracia se Come, se Cura y se Educa, no prometió un Paraíso sino la certeza de que sin ella no se Vive. Puso en el banquillo a los personajes nefastos que habían tenido la suma del poder público, que habían decidido sobre la vida y la muerte, que habían exterminado a miles de personas, y los mostró tales como los bandidos criminales que eran. Los Juicios, únicos en la historia de nuestras latitudes, nos permitieron saber lo que había pasado, para que Nunca Más vuelva a sucedernos.

Alfonsín: dirigente y estadista, supo mirar más allá de los límites partidarios y aspiró a una unidad nacional por la que clamó mientras sus fuerzas se lo posibilitaron. Porque dio el ejemplo, sacando nulo rédito material de su posición presidencial cultivando la sencillez y la austeridad,
Y por sobre todas las cosas, porque nos enseñó que sin la República, no hay Democracia. Que sin libertades, convivencia pacífica y diálogo entre distintos, no hay posibilidad de concretar la verdadera justicia social. Y que a esta Democracia renga, hay que convertirla en una Democracia plena, donde en efecto todos puedan comer, vestirse y educarse.

No me queda más que decirle gracias a Alfonsín por haber predicado con el ejemplo. Y recordar que él, sus valores y su legado, perdurarán por siempre en los argentinos
El mismo dijo que las ideas quedan, y son antorchas que mantienen viva a la política democrática.

Y la antorcha de Alfonsín está signada a iluminarnos para siempre, a los argentinos y a nuestra sufrida pero esperanzada República.

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